No hay edad para ser un judoka

Es una forma de vida.

El judo ha nacido del «jiu jitsu» y se plantea desde 3 aspectos. El educativo es el de los niños. El deportivo es el que se enseña para competir y la faceta del hobby como mantenimiento físico. Los mayores lo entienden como defensa personal. ¿Estás preparado para aplicar las técnicas? El que resiste, ¡gana!

Qué es el judo?

Todo depende a quién se le pregunte. El judo es muchas cosas a la vez, un deporte, un arte marcial, un medio de defensa personal… Eso sí, la idea base en su creación es el bloqueo al adversario utilizando su propia fuerza, haciendo que este se agote hasta neutralizarlo en el suelo. Y de ahí la importancia de las caídas. Aprender a caer es una de las primeras cosas que se enseñan. El caer y levantarse con fuerza.

 «Coger esa agilidad y ese acto reflejo se hace a través de un juego en el que todos practican». Bernardo Romay, profesor y entrenador en el gimnasio Judo Club Coruña lleva 41 años con el judo en el corazón. Un pionero del judo coruñés. «Siempre será así», confiesa. El presidente del gimnasio educa más allá de lo físico. «No es solo deporte, es arte, es sentido ante la vida», matiza.

Él, lo lleva en su raíces y, se propone enseñárselo a los demás como una disciplina en la que se fortalece el respeto, la confianza y la concentración. Pero no todo son niños en este deporte. El judo también está dedicado a las personas mayores. «Buscamos transformar su mente. Demostrarles que pueden hacer muchas cosas», cuenta Romay, que afirma que todos los principios entran en juego cuando uno sube al tatami de judo. «El saludo es primordial».

¿Y qué es lo que realmente enseñais a los mayores? preguntamos. «La defensa personal. Nos imaginamos que uno es el agresor y el otro aplica las técnicas. Siempre con respeto», analiza Romay. No son pocas las personas que él entrena y cuenta que más cómodo no se puede sentir. «Asumen muy bien el orden, el respeto y la disciplina. Tienen años de experiencia y eso les hace jugar con ventaja». ¡Qué se lo digan a Juan de la Madrid!. Con 75 años, uruguayo y con un cinturón negro a sus espaldas. Juan lleva desde 1959 entrenando y afirma que es su pasión. «Aunque sea voy a rastras», confirma riéndose.

El judoka razona y cuenta que «siempre hay que tratar de evitar situaciones agresivas». Bernardo asegura que «los mayores son tan competitivos como los pequeños». La edad no es ningún incoveniente y recalca que lo más importante es «el mantenimiento físico». Está claro que «tienen menos resistencia pero la fuerza la guardan si se mantienen físicamente». Además, las teorías y principios del judo «crean en el ser humano objetivos alcanzables a corto plazo». Y eso crea «la motivación» y de ahí «el progreso», comenta. El concepto de estar vivo es algo, que para el profesor, es fundamental. «El judoka se tiene que sentir ágil y fuerte consigo mismo». Bernardo motiva a los mayores «les digo que les voy a hacer invencibles. Y lo hago en cuanto aprenden a ganar, pero también a perder». Saber superar una derrota es lo que te hace invencible.

UN ESTILO DE VIDA

A Romay ver cómo aprender y asumen responsabilidades le produce «mucha satisfacción». Pero los judokas también se sienten fuertes. Asumen el progreso como «el camino que uno debería llevar en la vida». Y así es, el progreso nos hace humanos, nos hace sentirnos vivos, como bien comentaba antes Bernardo. Cuenta como anécdota un curso que dio de defensa personal femenina. «Es algo que no olvidaré nunca». Y normal. «Una de ellas estaba con tratamiento depresivo y me escribió una carta. Salió de ese tunel para ver la realidad de la vida gracias al judo», comenta muy orgulloso. Creer en algo para poder hacerlo es otra de las teorías imprescindibles. «El alumno tiene que estar seguro de que sabe hacer cosas. Es importante que se lo crea». Ellos además proponen tareas para hacer. «Y si nos atacan en un ascensor, ¿qué hacemos?», o muchas situaciones como esta en la que no saben como reaccionar. Muestran ganas e interés y se ven con fuerza y más actitud cuando superan un examen. «Los exámenes motivan». Romay graba a fuego lento el «saber reaccionar ante cualquier situación y en cualquier momento». Es algo esencial, igual que «mantener la calma y entablar un diálogo con el agresor. Hay que observar sus puntos débiles, actuar y a partir de ahí mejorar esa técnica a través de la repetición», explica. Es cuestión de perseverancia, empeño y progreso hasta llegar a la perfección. 

Fuente: lavozdegalicia.es 

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